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Adam Soboczynski

Lectura

de

Torun, Polonia, 1975

Reseña en La Escalera

Todos estamos en la corte

Biografía

Adam Soboczynski vive en Berlín, y es colaborador habitual del suplemento del semanario Die Zeit. En 1981 su familia se trasladó a Alemania, donde se doctoró años más tarde con una tesis sobre Heinrich von Kleist. Está considerado el escritor y periodista más notable de su generación. En 2005 le fue otorgado el premio de periodismo Axel Springer, y en 2007 publicó su primer libro Polski Tango, con una gran acogida, superada en 2008 con su siguiente título, El arte de no decir la verdad, traducido al italiano, francés, holandés y polaco // En Anagrama.

Sobre el disimulo y la sinceridad

“Pero si llevásemos tan lejos la sinceridad —dijo Padilla—, habría que renunciar a la sociedad. Reflexionad, os lo ruego, sobre cómo se vive en la corte, y considerad si tengo o no razón. ¿Pueden los ambiciosos ser sinceros sin renunciar a la fortuna? ¿Serían amados los enamorados si lo fuesen siempre? ¿Acaso no dicen que suspiran sin cesar, que arden, que mueren de amor cuando nada de todo eso esverdad? (…) Escondemos el amor, el odio, la ambición, y solo mostramos aquello que creemos que puede agradar o ser útil. El mundo siempre ha vivido y siempre vivirá así” // Por Madeleine Scudéry (Sobre la mentira, el disimulo y la sinceridad).

No se ha dejado de creer en la verdad

“Para alcanzar la verdad no debemos abandonar por completo el escepticismo, sino utilizarlo con mesura para plantear preguntas y asegurarnos de que deseamos realmente conocer la verdad. No podemos aceptar ninguna verdad sin comprobarla. Esto complica la búsqueda, porque requiere más esfuerzos por parte de cada persona de investigar, pensar por sí misma y definir criterios propios. La solución no está en conformarse con verdades simples, sino en aceptar su complejidad” // Julian Baggini entrevistado en Libertad Digital.

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Visita al territorio de Soboczynski

El arte de no decir la verdad

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Siempre estaba comprando nuevos libros, más rápido, lo reconozco, de lo que mi capacidad de lectura me permitía leerlos. Pero mientras estuviera rodeado de ellos, eran garantes de una vida más amplia, mucho más preciosa y necesaria de la que me veía obligado a llevar cada día. Si era imposible mantener siempre esa vida superior, por lo menos podía tener sus signos al alcance de la mano

El hombre en suspenso / Saul Below

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