Biografía
Es un poeta, ensayista y narrador de nacionalidad italomexicana que escribe en español. Hijo de padres italianos, vivió parte de su infancia y adolescencia en Milán, y cuando tenía catorce años la familia se trasladó a Ciudad de México. Ha publicado lo poemarios: Lotes baldíos, Premio Carlos Pellicer en 1985; De lunes todo el año, Premio Aguascalientes 1991, y Alguien de lava, de 2002. Como ensayista obtuvo en el año 2006 el Premio Antonin Artaud por Grieta de fatiga, y como escritor de literatura infantil el Premio White Raven, en 1997, por Cuando las panteras no eran negras // En Escritores.org.
Entrevista
“Necesito escribir poesía como necesito escribir cuentos (...) En realidad los dos géneros son mucho más cercanos de lo que se piensa. La diferencia es que el cuento es más denso, más elíptico y misterioso, mientras que el poema es más expansivo. El primero llena mi necesidad de vidas no vividas, de experiencias que nunca he tenido y nunca tendré, mientras que el poema me permite descubrir asociaciones que no había sospechado de la existencia en general y de la mía en particular. Tiendo a ser muy escueto en ambos géneros, muy concreto y depurado, rehúyo como de la peste la llamada prosa poética, esa prosa que busca el subrayado, el brillo, y que no tiene nada que ver con el poema en prosa” // En Letras Libres.
Entrevista
“Yo he tenido una biografía un poco accidentada y cuando me preguntan: ¿te sientes más italiano, mexicano o escritor? Por simple comodidad digo: soy un escritor mexicano porque estoy en el catálogo de los escritores mexicanos, escribo en español, mis editoriales son mexicanas. Entonces: soy mexicano. Ahora, es claro que mis experiencias infantiles no son de México, escribo en un idioma que tuve que aprender y eso me pone en una situación un poco particular, entonces me encontré una respuesta para ello: todo escritor es un extranjero frente al idioma que utiliza para escribir libros, porque el idioma literario es por naturaleza extranjero” // En Libros y Letras.
Subrayar libros
Los libros están hechos de frases, obvio, que son como los ladrillos de la construcción, y del mismo modo que es difícil reparar en la hermosura de un ladrillo, las frases, cuando leemos, pasan relativamente inadvertidas, arrastradas por el flujo del discurso, como debe ser. El detenerse demasiado en una frase es signo de inmadurez; lo que importa en un libro es el conjunto, el edificio verbal, no sus componentes. Y sin embargo es costumbre bastante difusa subrayar libros. El subrayado desmiente el edificio y realza el ladrillo, el humilde tabique comprimido entre mil tabiques idénticos; es una suerte de operación de rescate, como si cada subrayado dijera: salven esta frase de las garras del libro, liberen esta joya del pantano que la rodea // Por Fabio Morábito (El idioma materno, 2014).
Visita al territorio de Morábito
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Siempre estaba comprando nuevos libros, más rápido, lo reconozco, de lo que mi capacidad de lectura me permitía leerlos. Pero mientras estuviera rodeado de ellos, eran garantes de una vida más amplia, mucho más preciosa y necesaria de la que me veía obligado a llevar cada día. Si era imposible mantener siempre esa vida superior, por lo menos podía tener sus signos al alcance de la mano
El hombre en suspenso / Saul Below