300 palabras sobre Josefine y yo, de Hans Magnus Enzensberger
Josefine y yo (2006), del escritor alemán Hans Magnus Enzensberger. El azar hace coincidir a un economista de unos 30 años en trance de divorcio con una septuagenaria, cantante de cierto relieve en los años 30 y hace tiempo entre las sombras del olvido. Joachim la salva de un robo y desde entonces visita a la vieja en su fría y apagada casona de 18 cuartos, donde vive con Fryda, su eterna asistente. Alrededor de una jarrita de té, cada martes se contraponen las opiniones del joven y optimista profesional, quien todavía cree en ciertas instituciones (la justicia, la confianza que hace posible la existencia del cuerpo social, la ciencia, etc.) y Josefine, una incoherente anarquista que no guarda ya ninguna ilusión con respecto a nada. Como buena anciana, Josefine no permite que la contradigan y si ve abatidos sus argumentos, cambia de tema. Se casó tres veces y el amor único le parece tan inverosímil que se pregunta cómo la humanidad, a partir de cierto momento, ha creído en un invento semejante: antes de esa obnubilación, la gente se casaba por intereses y todo quedaba más claro entre los cónyuges: “Es demencial basar un matrimonio en el amor”. Joachim no está de acuerdo con muchas de las afirmaciones de su singular anfitriona, pero apenas puede refutarle y de la mayor parte de sus reparos se entera solo el lector. Cree que Josefine argumenta a partir de lugares comunes, pero su verborrea ejerce sobre él una fascinación tal que se siente mal si falta a su cita semanal. Ambientada en 1990, apenas un año después de que Francis Fukuyama esbozara su idea del fin de la historia, Josefine y yo encierra una crítica a los supuestos sobre los que se ha erigido Occidente en los últimos dos siglos y medio.