300 palabras sobre La investigación, de Philippe Claudel
La investigación (2018), de Philippe Claudel. El Investigador llega a una localidad innominada para averiguar sobre una serie de suicidios entre los empleados de la Empresa. Que nadie lo espere en la estación de tren es la primera de las sorpresas desagradables y el inicio de tres días de pesadilla. La noche de su llegada sobre la ciudad llueve y nieva a intervalos, las calles están vacías, no encuentra un lugar donde comer y al parecer tampoco hallará un hotel, sufre un interrogatorio a manos del Policía… El Investigador solo desea una comida caliente y una cama cómoda: mañana, cuando pueda entrar a la Empresa y comenzar su trabajo, todo volverá a la normalidad. Sin embargo, su tragedia no cesa con el nuevo día. A diferencia del agrimensor de Kafka, que nunca ingresa al castillo, el Investigador sí accede a la Empresa, pero solo para continuar siendo presa de una cadena de absurdos. Nadie, ni el Responsable, está al corriente de los suicidios y menos de su misión, aunque tanto aquel como el Guía que lo atiende en primer término se muestran solícitos para ayudarlo a cumplir su misión. La verdad es que nada en la Empresa (omnipresente, todo en la ciudad depende de ella) tiene explicación lógica. Agotado y al límite de la locura, el Investigador encuentra al Fundador, cuyo retrato había visto en varios lugares, dentro y fuera de la Empresa. El Fundador no sabe nada de los suicidios y, más bien, tiene una pregunta: ¿por qué lo llama así?: “¿Qué fundé?”. Alienación, anonimato, soledad… Philippe Claudel ha declarado que “el escritor no está ahí para darle gusto al lector (…) No está para darle lo que ya conoce, sino para abrirle los ojos y perturbarlo. El escritor está para hacerlo reaccionar de alguna manera ante el mundo”.
