300 palabras sobre A ciegas, de Claudio Magris
A ciegas, de Claudio Magris. La novela del escritor triestino es sobre la vida de Salvatore Cippico, quien narra su existencia al psiquiatra que lo atiende en un manicomio. Salvatore es un comunista que luchó en la guerra civil española, estuvo en la resistencia yugoslava contra los nazis y ayudó a organizar el movimiento comunista en Australia. Esto, de por sí, ya bastaría para llenar cualquier arco vital, pero él también se cree un aventurero holandés del siglo XIX, quien, entre otras cosas, reinó brevemente en Islandia y participó en la fundación de una de las colonias penitenciarias británicas en tierras australianas. El de Salvatore es asimismo el relato de un hundimiento, porque soñó con la revolución, con la utopía en la que se deshace la relación inversa entre igualdad y libertad, y cuando creyó que esta llegaba, lo que halló fue traiciones, desuniones (eran los tiempos del distanciamiento entre Tito y Stalin) y conductas mezquinas que al final frustraron el sueño del cambio mundial. Se hizo ilusiones con sus correligionarios y, al cabo, se encontró con las viejas prácticas entre quienes, se suponía, eran distintos: muy pocos estuvieron dispuestos a subordinarse al bien general. La historia, como ya anotó alguien, es una circulación de élites: cuando la concentración de la riqueza se hace insoportable, las sociedades encuentran un alivio parcial en la redistribución, violenta o pacífica, pero en cualquier caso con idéntico destino: la sustitución inevitable del dominio de una minoría por otra. “Hablar es en cualquier caso un consuelo cuando la revolución, por la que has vivido a lo largo de los siglos y de los años de tu vida, es el trozo arrugado de un globo que ha reventado y se retuerce por el suelo y esos condones acartonados son todo lo que queda de tu vida”.
