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Foto del escritorFrancisco Vallenilla

El límite debatido

300 palabras sobre La propia muerte, de Péter Nádas


 


 

El escritor húngaro Péter Nádas (1942) sufrió un ataque cardíaco en plena calle y la descripción de sus tres minutos de inexistencia se lee en un pequeño volumen, La propia muerte. Ese día, no más despertar, tiene una sensación extraña, pero como debe realizar algunas diligencias en la ciudad, igual sale. Las va cumpliendo, pese a la sensación de asfixia, el sudor frío y el dolor lancinante en las clavículas. “No se produce una oscuridad plena. La oscuridad uniforme consiste más bien en una luz crepuscular extraña y, como quien dice, abstracta. Desaparecen los objetos y los contornos y entonces es el pensamiento el que se convierte en objeto de contemplación (…) La conciencia despojada de las percepciones físicas ve en el mecanismo del pensamiento su último objeto (…) Mi visión carecía ya de las limitaciones temporales y espaciales. Los detalles de mi vida no guardaban relación con la historia de mi vida. De hecho, esta historia ni existía ni existió nunca”, escribe Nádas en su intento de penetrar lo inescrutable, que además, si fuera explorable, sería intransmisible o, en cualquier caso, solo comunicable como traducción, es decir, como una versión de lo específico e inconmensurable del experiencial del sujeto, no la experiencia originaria en sí misma. Pero, ¿es así o puede el pensamiento abarcar todos los ámbitos de la realidad de la experiencia, sin que exista una dimensión de naturaleza prerreflexiva, ajena a la conciencia e inabarcable por el lenguaje conceptual? Según Descartes, la Ilustración y la neurociencia actual (toda la subjetividad reside en el sustrato cerebral), sí puede. Por el contrario, desde el noúmeno kantiano hasta la durée bergsoniana, pasando por los románticos, con su crítica radical a la racionalidad y a la explicación científica, no: el entendimiento no puede dar cuenta de la totalidad de lo real.

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