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Foto del escritorFrancisco Vallenilla

El peso del color

300 palabras sobre Cuánto azul, de Percival Everett


 


 

Guardar secretos importantes puede ser tan agotador como cargar un peso en sentido físico, según estudios de la neurociencia y la psicología social que sugieren que los conceptos abstractos están vinculados con las experiencias corporales con las que se describen metafóricamente. Además, se ha postulado que un secreto es la intención de ocultar algo, es decir, que las personas pueden descubrirse pensando en el conocimiento que sustraen a otros de forma deliberada fuera de los contextos de ocultación. Se explica entonces que quienes vivan con secretos relevantes dediquen a ellos gran cantidad de su energía vital y padezcan estrés mental. El pintor Kevin Pace (Cuánto azul, de Percival Everett), acarreaba varios secretos que no deberían serlo para su esposa, Linda, con quien llevaba muchos años de matrimonio y con quien había tenido dos hijos. Lo que Pace revela al lector, pero no a Linda, ocurrió antes de casarse, en Filadelfia y en El Salvador, a donde viajó para acompañar a su amigo Richard, quien buscaba al díscolo de su hermano. Ocurrió también años después, en París, donde conoció a Victoire, y finalmente ocurrió en su propia casa. Linda estaba en la inopia, Richard menos, pero ambos y todos a su alrededor ignoraban qué pintaba Pace en un cobertizo que selló poco después de regresar de Francia. “El hecho de que fuera secreta solo servía a sus secretos, a mis secretos, y de pronto entendí una verdad (…): que un secreto solo puede existir si es posible su revelación, su descubrimiento y hasta su traición. Mis noches estaban menos salpicadas de pesadillas, pero su recuerdo me atormentaba igual, incluso cuando estaba despierto”. Pace esperaba que esa pintura lo ayudara a comprender algo, a conectarse con el mundo, porque lo que le hacía falta era el valor para abandonar su autoencierro.

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