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Foto del escritorFrancisco Vallenilla

La historia de y en una pintura

300 palabras sobre Herejes, de Leonardo Padura


 


 

Herejes, del cubano Leonardo Padura, cuenta la historia de una familia judía, algunos de cuyos miembros —un niño y un tío— vivieron en la Cuba prerrevolucionaria y otros —padre, madre y hermana del niño— fueron tres cifras en el genocidio causado por los nazis. Daniel, el niño separado de sus padres, decidió no ser judío, en el sentido de vivir sin tener miedo y sin ser sumiso. Tenía ocho años cuando recaló en La Habana, venido desde Cracovia, y con su tío asistió al episodio histórico del Saint Louis, el barco lleno de judíos que en 1939 estaba atracado frente a la capital cubana con su desesperada carga, la cual no desembarcaría allí, ni en Estados Unidos, ni en Canadá, sino que volvería a Polonia. La familia de Daniel estaba entre los 900 pasajeros del Saint Louis y fueron inútiles las negociaciones para lograr su desembarco pagando con una pintura original de Rembrandt, que estaba en posesión de la familia desde el siglo XVII. La obra del neerlandés es el hilo conductor de la narración. En ella se centra toda la esperanza de reunión de los Kaminski y la primera parte de la novela: el hijo de Daniel, pintor él mismo, viaja a Cuba a investigar si su papá salió de La Habana después de cometer un asesinato relacionado con el famoso cuadro. Después, el lector asiste a la gestación de ese cuadro y, finalmente, se encuentra con Conde, el conocido detective de Padura, quien por el camino más insospechado termina involucrado en una historia donde la pintura aparece de nuevo, 50 años después de que se intentara emplear como salvoconducto. Todo esto está montado sobre unas páginas que permiten conocer la judería habanera, el ambiente de Ámsterdam en el siglo XVII y la Cuba de principios del siglo XXI.

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