300 palabras sobre El cielo árido, de Emiliano Monge
El cielo árido es la historia de Germán Alcántara Carnero, poderoso funcionario de un ministerio no identificado, pero del que se deduce que es la entidad a cargo de la seguridad interna. De origen más que humilde, “nuestrohombre”, como entre otras formas de acuerdo con las circunstancias lo llama el narrador, asciende hasta dominar la región donde de niño vivió en la miseria, como miles de peones y sus familias esclavizados por los hacendados. En el ejercicio de sus funciones, sin embargo, Alcántara Carnero no actúa contra los latifundistas, sino que es aliado de ellos, quienes después de todo no solo son señores de poder económico, sino también del político. La novela se desarrolla en Lago Seco, un lugar probablemente inventado, pero con una clara referencia al México rural y al tiempo en que estuvieron enfrentados Estado e Iglesia católica. El cielo árido se centra en el deseo del protagonista de borrar ese pasado en el que el odio y el dominio sobre los demás fueron el sentido de su vida. Renuncia ya cincuentón al trabajo, se casa, tiene hijos, pero no escapa de un sino de desgracias hasta el final, que él interpreta como castigo por sus acciones. Nadie huye de su sombra y mientras “nuestrohombre” es condenado por su conciencia, está una vez más el recorrido por la realidad de injusticia y desigualdad en el campo mexicano. Para contar esta historia, Monge se vale de un juego de expectativa: desde las primeras páginas, llena de promesas al lector sobre lo que va a contar y en efecto cuenta, pero con un continuo de saltos del presente al pasado que mantiene la tensión narrativa. A veces, estos recursos formales se anulan porque se extienden demasiado y aburren, pero esta novela tiene la extensión justa para no causar ese hastío.