300 palabras sobre M. El hijo del siglo, de Antonio Scurati
La novela cubre el lapso 1919-1924: desde la formación de los Fascios de Combate hasta dos años después de que Benito Mussolini fuera nombrado Presidente del Consejo. Eran años convulsos. Italia estaba resentida porque los Aliados nunca le otorgaron las recompensas territoriales prometidas durante la Gran Guerra. Además de esta humillación nacional, el país recibió mal a miles de excombatientes heridos y frustrados porque sentían que arriesgaron sus vidas por una patria que ahora no los reconocía. El triunfo de la Revolución bolchevique había prendido la ilusión de un verdadero cambio a favor de los desposeídos de siempre y el Partido Socialista Italiano estaba en la plenitud de su apoyo popular, pero no cumplió la promesa de barrer la explotación de los pobres. Las huelgas generales, las movilizaciones multitudinarias, el triunfo electoral no concluyeron en la desaparición del Estado burgués y en el desmantelamiento del capitalismo, sino en el miedo a una Italia roja. En ese clima se dio uno de los tantos virajes políticos de Mussolini (hasta entonces de sentimiento socialista, pese a su expulsión del partido en 1915 por apoyar la entrada del país en la guerra), quien ofreció a la derecha ser dique de contención ante la marea comunista. Lo que siguió fue la formación de los escuadristas, que apoyados por los empresarios y bajo la mirada complaciente de políticos conservadores, monárquicos, liberales y católicos arrasaron con los locales y dirigentes socialistas. Esta suerte de guerra civil forjó las condiciones para que se fundara el Partido Nacional Fascista (1921), que dominaría el Parlamento tras las siguientes elecciones bajo la amenaza de desatar la violencia en cualquier momento. Mientras, los socialistas, los únicos que denunciaron desde el principio la naturaleza totalitaria del PNF y su líder, sucumbieron a su mal histórico: se dividieron una, dos veces, e implosionaron.