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Foto del escritorFrancisco Vallenilla

Una prisión por otra

300 palabras sobre La promesa de Kamil Modrácek, de Jiri Kratochvil

 
 

Kamil Modrácek es un arquitecto sospechoso para las autoridades comunistas porque durante la Segunda Guerra Mundial diseñó la casa de un jerarca nazi (aunque se la tiene como una joya arquitectónica de Brno, la ciudad donde vive, y cuya particularidad es que su forma de cruz gamada solo es distinguible desde el aire) y porque su hermana, pintora vanguardista, está fichada por actividades conspirativas. Con todo, la persecución policial con sus continuos interrogatorios no es su principal problema: lo que le hace la vida insoportable es que su talento e iniciativas han sido sepultados por el realismo socialista. Es la Checoslovaquia de comienzos de los años 50 del pasado siglo y aunque los nuevos dueños del poder reconocen en él a un profesional de prestigio, igual lo condenan a la proyección de obras mediocres. En la inmediata posguerra, él hizo cosas así, pero solo para ganarse el sustento. En cambio, ahora los comunistas le imponen ese destino menor y, peor, le causan un dolor que concentrará todas sus energías en la venganza contra el teniente Lashka, el funcionario que lo interroga con asiduidad y responsable de la captura de su hermana, quien muere estando presa. Modrácek, quien entretanto ha dado por casualidad con una de las tantas bóvedas ocultas de Brno, herencia de tiempos medievales, se propone raptar a Lashka y tenerlo encerrado allí hasta su muerte… Sin embargo, el teniente no será el único que termine en el subsuelo citadino; un poco el azar y otro poco la voluntad de Modrácek determinarán el encierro de más personas. El arquitecto se asegura de que no les falte nada y pese a que están allí obligados, todos dejan pasar el tiempo en esa “ciudad subterránea horizontal”, acaso en el fondo convencidos de que en la superficie también viven en una prisión.


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